Abundantes turbulencias

La acertada medida de la aplicación del artículo 155 de la Constitución -ya el 155 a secas- por parte del gobierno de España frente a la socialmente peligrosa deriva del secesionismo catalán no es suficiente, sin embargo, para tranquilizar a la ciudadanía que teme algaradas y hasta peores virulentas reacciones por parte de los secesionistas y la correspondiente reacción del Estado. Esto que es así y está el ánimo de todos no lo quiere pronunciar nadie. Si no se temiese eso, no estaríamos asistiendo a la fuga de empresas y capitales de Cataluña, porque lo único seguro a estas alturas es que, por mucho que se proclame, como bien apuntó un empresario catalán, no habrá independencia que valga.

Aquí en nuestro pueblo hubo a principios de semana un pleno para analizar el estado de las cosas en la villa y su concejo. Para la alcaldesa y su gente, gobernantes en minoría, con el inestimable apoyo de una parte de la izquierda más montaraz, vivimos en una especie de edén en donde todo es ideal y magnífico. ¡Qué pena! A estas alturas ya se manifiestan de esta manera sin pensar siquiera que nos convencen, sin creerse que somos tontos. Lo hacen por inercia y porque no encuentran otro discurso. Para estos abducidos foristas la culpa es de los malvados socialistas del gobierno del Principado, es decir, ese es su único y pobre discurso. Saben, sin embargo, que lo están haciendo muy mal, pero no les queda más remedio que dibujar pájaros y flores y buscar las responsabilidades en otra administración, la autonómica en este caso. Nunca estuvimos peor en las últimas décadas, no ya estancados, sino en flagrante retroceso. Y aquí sin necesidad de secesionistas: poco más de media docena, con la ayuda de otros pocos, se bastan y se sobran para poner la marcha atrás. También por esta parte parece que cuesta expresarlo en voz alta.

Sí hay, por el contrario, quienes lanzan al aire para que todos las escuchen sus lágrimas de cocodrilo por la previsión del cierre para 2020 de las centrales térmicas de carbón, medida ambientalmente imprescindible. Sigue esta región instalada en el cuento chino de la salvación de la minería sin reparar en gastos. Lo hace el recién elegido secretario general de la FSA en frontal oposición a la postura de los mandamases de su propio partido, el PSOE. No parece que Adrián Barbón haya encontrado todavía su lugar al frente del socialismo asturiano, más preocupado en interferir en la labor del gobierno de Javier Fernández en un intento de afirmación de su propio poder. Pues lo tiene claro, a pesar de los consejeros áulicos que le induzcan a una actitud de molestar lo más posible a su antecesor y entorpecer su tarea de gobierno durante lo que resta de legislatura. Como para gobernar, por mucho que se empeñe tanto la FSA como los interesados, no se puede contar ni con IU ni con los impresentables de Podemos, resulta que nos aparece el relato de una paradoja: el PP en Asturias, en esta tesitura, es la única formación con un mínimo de seriedad con la que puede negociar el socialista Gobierno regional.

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