Como de costumbre

No es uno partidario de exaltaciones patrióticas, sea a la grande o a la chica. Más bien de un discurrir por la vida sin demasiados entusiasmos por el terruño que le ha tocado habitar, bien por nacencia, trabajo o cualquier otra circunstancia. Si más proclive a los climas templados, sin excesos de calor, con predilección por los días umbríos más que por los soleados. Así que bastante conforme con las cartas que me han salido en el reparto. Por eso no logro entender, de ninguna manera, los excesos tanto los de aquellos que dicen darían su vida por una patria, la que fuere, como la de quienes se pirran por unas vacaciones playeras con el sol cayendo a plomo. Por eso se me hace tan difícil comprender los excesos catalanes de estos días considerándolos, con perdón, una tremenda ridiculez más que cualquier otra cosa.

Tampoco a uno logran entusiasmarle en exceso los fervorines por unos colores deportivos. De hecho, el próximo derbi futbolístico entre el R. Sporting y el R. Oviedo consigue levantar un cierto interés por el resultado, aunque por costumbre de nacimiento, preferiría un resultado favorable a la parte rojiblanca, como puestos en la tesitura, pongamos por ejemplo, me dejaría más templado el triunfo de la formación española de turno frente a cualquier contrincante que se le oponga, pero también creo que por hábito de tantos años.

La famosa canción «My way» que popularizara Frank Sinatra con letra de Paul Anka, fue primero el cantante francés Claude François quien la interpretara bajo el título de «Comme d’habitude» (Como de costumbre) y con tal título es fácil imaginar de qué iba la cosa, bien distinta del sentido proporcionado por Anka en inglés para un egocéntrico como Sinatra. De eso se trata, de la costumbre y de cómo nos amoldamos a ella.

Una arraigada costumbre en nuestra populosa villa marinera es la de apuntarnos a un bombardeo: de ahí el inopinado éxito de público el pasado domingo de unos chiflados tirándose al agua de nuestro puerto deportivo sobre unos no menos alocados armatostes. Se montó un numerito con severo atasco de tráfico en el centro de la ciudad, pillando a los responsables municipales a la luna de Valencia. Cuando, allá por los felices ochenta del XX se acondicionó la calle Corrida y se colocaron unos asientos, el público los ocupó nada más descargarlos de los camiones y reprochaban airados a los operarios que los obligaran a levantarse de aquellos bancos para colocarlos en el lugar previsto. Así somos. Derbi de fútbol: éxito de público. Vuelta ciclista, clamorosa asistencia de personal. Fuegos artificiales, excelsa concentración tumultuaria del personal. Feria de Muestras, Semana Negra, pruebas hípicas, maratones populares: grandes éxitos de asistencia y participación.

Obras públicas e iniciativas del ayuntamiento de nuestro pueblo gobernado por Foro: líos, malos remates, retrasos, inconvenientes: todo como de costumbre.