Mala suerte ferroviaria

Ya tardaba alguien en pronunciar la solución salomónica para la variante ferroviaria de Pajares. Ya que hay unos que desean ancho ibérico (el raro en el resto del mundo) para las vías tendidas por los túneles y otros piden el conocido como ancho internacional (el más común en casi todos los países) y, dado que hay dos túneles paralelos, póngase en uno la vía internacional, por la que discurre el AVE, y en otra la ibérica, por la que traquetean las mercancías. Pocos han abierto el pico ante la propuesta, salvo las huestes de don Álvarez-Cascos Fernández que, instalados en sus trece del ancho internacional, se han negado rotundamente a la propuesta. A estas alturas, con los argumentos de unos y otros lanzados a modo de venablos y la obra parada para satisfacción presupuestaria del ministerio de Fomento, por mor de la negociación de los presupuestos estatales, ya uno no sabe qué sería mejor, qué ancho nos conviene. Si esto fuera como con la ropa de los niños, nos vendría bien el ibérico, unos centímetros más ancho, por si la cosa crece; pero, como con el niño, cuando el ancho estuviera acorde con el tamaño de la criatura, el traje ya estaría viejo. Se supone que, pasado el tiempo -no se sabe cuánto, si mucho o poco- todos los trazados ferroviarios peninsulares -porque Portugal también entra en este juego- acabarán teniendo el mismo ancho de vía que los del resto de Europa. Mientras, seguimos sin solución y con el espectáculo poco edificante de contemplar a nuestros representantes públicos lanzándose centímetros los unos a los otros, como quien se lanza venablos.

Si en Asturias en general hay mala suerte con esto del tren, en nuestra populosa villa marinera, ese mal fario es doble. Por no tener, no tenemos ni estación de trenes que pueda recibir tal nombre y, para que la desgracia sea completa, tampoco la hay de autobuses. Aquí también hay amplio desacuerdo entre los gestores públicos de las tres administraciones implicadas y, para completar la escena surrealista, existe un túnel que recorres la ciudad de extremos a extremo, sin utilizar e inundado. Aquí, los centímetros se convierten en unas decenas de metros. Aunque la cuestión es mera apariencia: se mantienen las diferencias porque falta la «res pecuniaria», los dineros que se han de poner para la operación. Sí, es verdad, el planteamiento inicial por Álvarez-Cascos cuando era ministro el coste cero para la operación, gracias al aprovechamiento urbanístico, se torció debido a la irrupción de la burbuja inmobiliaria y ahí tenemos al solarón rozagante y como muestra de la inoperancia administrativa, cicatriz que recuerda las heridas de pasadas batallas políticas y que no acaba de desaparecer porque sigue habiendo contencioso político, con periodos de aparente calma, de falsas treguas, pero con las armas en alto. También habrá que echarle tiempo, a pesar de los encocoramientos de la inoperante primera autoridad municipal que, salvo palabras altisonantes, es incapaz de proporcionar soluciones o ideas, aunque sean tan salomónicas como las de los dos túneles de Pajares con vías de diferentes anchos. No tendría importancia la ubicación de la estación si el túnel, ahora inoperante, estuviera en funcionamiento con dos o tres paradas repartidas por el centro de la ciudad. Pero ello sería ya mucho pedir.

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