Hielos quebradizos

Este fin de semana pasado nos sorprendió la imprudencia de poco más de media docena de extremadamente imprudentes excursionistas que osaron pisar el lago Ercina helado para hacerse unas fotos de recuerdo. La fragilidad del hielo hizo que éste se quebrara y que los imprudentes dieran con sus cuerpos en el agua. Afortunadamente, no calaba mucho la zona y pudieron salir por sus medios.

También este fin de semana tuvimos otro tipo de excursionistas, nada más y nada menos que el señor ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que vino a realizar otra faena de toreo de salón que aliñó finamente. Y, como pasó con los del hielo en los lagos de Covadonga, también hubo imprudentes que no vieron el engaño de lo quebradizas que son las palabras de un ministro que, no ya nos llega desarmado de cualquier clase de partida presupuestaria, sino que ni tan siquiera se le escapa mentar nada de números. Sólo nos contó lo que ya sabíamos: que como en estos tiempos no hay quien venda un solar, la financiación de la operación de las estaciones y el metrotrén habrá que pagarlo a tocateja. Y el ministro ya dejó dicha su intención que espera que todos pongan, que su ministerio no lo financiará todo y que toca apoquinar a las administraciones local y regional. Para este viaje se necesitaban pocas alforjas; quizá ninguna. Eso ya se lo temía la consejera asturiana de Infraestructuras, Belén Fernández, cuyo escepticismo ante la excursión ministerial quedó significado de antemano. Pero a la casquista alcaldesa Moriyón, tan pizpireta ella, la cosa no le disgustó del todo y, si lo hizo, lo disimuló muy bien por boca de Fernando Couto, su concejal para todo. Desde el Consistorio lo consideran un avance. Es decir, reconocer que los aprovechamientos de suelo a la venta no dará un colín ya es un paso interesante. En realidad, lo que el anterior alcalde de Santander, devenido ahora en ministro, ha venido a decirnos es que si queremos estaciones que las paguemos y que, llegado el momento, su departamento pondrá algo, probablemente para un tiempo futuro en el que él no sea ya ni ministro de Fomento, luego el más mínimo atisbo no ya de regocijo, sino de neutralidad es pura necedad. Pero a esto, la negación de la realidad por parte de la huestes casquistas gijonesas, ya estamos acostumbrados: su gestión está plagada de intentos de ocultar a la vista del público lo que son realidades tan palpables que no hay manera de cubrirlas: inventaron mucho antes que Donald Trump eso que últimamente se ha dado en llamar postverdad y que siempre hemos conocido como mentiras o irrealidades. La visita del ministro De la Serna ha sido una tomadura de pelo, y eso que a él le sobra. Lo que hemos constatado es que ya le tiene pillado el tranquillo y que, al igual que cualquiera de sus antecesores, lo de las vías de Gijón le trae al fresco. Que para eso Asturias es pequeñina y galana y esta populosa villa marinera, aunque importante, es tan sólo una parte de ella. Eso, aún procediendo de territorio más menguado que este Principado nuestro, como es Cantabria, se aprende en Madrid a la primera.

Esto del tamaño no es cuestión baladí y también por otros territorios políticos se lleva mucho. Los de Podemos de Asturias quieren más autonomía para ejercer, más aún si cabe, como filial o correa de transmisión política de la Corriente (Sindical de Izquierdas o CSI), fenómeno de sindicalismo de estricto ámbito asturiano, sin sujetarse a los mandatos de la central. Hasta llevarán al conciliábulo de Vistalegre II una ponencia que pide una especie de confederación de partidos regionales. En esto, coinciden con sus correligionarios andaluces. Pero lo que digan cándidos y leones se la trae al fresco a los Iglesias y adláteres: a ponencias con ellos los representantes de un territorio tan menguado que la opinión de sus representantes les importa tan poco que, a pesar de su «feroz oposición», hasta les colocaron como cabeza de lista al congreso a una especie de «Anita la huerfanita», la poetisa Sofía Castañón, cuya irrelevancia política ya ha logrado alcanzar el nivel más bajo de todos cuantos representantes políticos hemos mandado desde esta tierra a las Cortes de la capital del reino en los años que llevamos desde que recuperamos la democracia.

Puede que falte equipo

Menudean, semana sí, semana no, sentencias por toda España que anulan acuerdos del estilo adoptado en el pleno gijonés respecto al boicot a Israel. Como hay alguna asociación que va recurriendo ante los tribunales estas decisiones y la jurisprudencia es abundante, llegará el momento en que le llegue el turno de la anulación a la de nuestro consistorio, con lo que se restablecerá un punto de sensatez. Un acuerdo tan poco susceptible de ser adoptado por un ayuntamiento tiene que tener su justa respuesta en forma de supresión. Los entes municipales no están en condiciones de andar tomando acuerdos sobre política exterior, excede de sus competencias y, además, son un elemento extemporáneo de distorsión en la convivencia ciudadana.

Como extemporáneo ha sido el adiós de Abelardo Fernández al Sporting que se ha producido unas semanas más tarde de lo que hubiera sido lo más conveniente. Parece que los mandatarios se resistieron un poco más de la cuenta, a pesar de que el interesado ya había mostrado su intención de abandonar el mando de la nave deportiva del equipo. Quizás si el «Pitu» no fuera una persona tan formidable, si no hubiera conseguido el milagro de subir a primera y mantenerlo en una complicada temporada, si su sportinguismo no fuera tan acendrado, la decisión hubiera sido más fácil de tomar y el adiós habría tenido lugar en el momento adecuado, sin retrasos innecesarios que sólo han lastrado al equipo. Ahora sólo queda otro pequeño detalle: el director deportivo: Nicolás Rodríguez no es el hombre adecuado en este momento para el cargo que desempeña, independientemente de los condicionantes económicos que, a buen seguro, han lastrado su tarea de contratar a nuevos jugadores para el equipo. Él no tiene la culpa de que el club rojiblanco sea una sociedad pobre que arrastraba una deuda grande, pero no es la persona adecuada para el momento, como tampoco lo era ya Abelardo. La prudencia no solamente se demuestra tomándose largo tiempo para adoptar decisiones, sino tomando las necesarias en el momento adecuado y, en este sentido, el presidente rojiblanco quizás peque de una cierta lentitud a la hora de soltar ciertos lastres que, si en lo emocional son difíciles, en lo deportivo o empresarial son imprescindibles. Probablemente, parte de las críticas que recibe el máximo mandatario de la sociedad deportiva podría ahorrárselas de no actuar con esa lentitud con que lo hace. Está bien el ejercicio de la paciencia, pero no está mal tampoco actuar con la debida diligencia cuando la situación lo exige. Sólo queda desear los mayores aciertos al nuevo entrenador «Rubi» Ferrer para que el actual nivel de disgusto general disminuya, al menos en lo referente a la cosa futbolística que, para lo demás ya vamos servidos.

Tova frío estos días, pero sin agua: un respiro, por ejemplo, para los vecinos de la calle Brasil y alrededores en la Calzada: por los menos no tocará que se produzcan inundaciones. La solución es un pozo de tormentas, esos enormes depósitos subterráneos que almacenan el agua que afluye por la red de saneamiento en cantidades tan abundantes que son susceptibles de colmatar las conducciones de evacuación, de tal forma que provocan las mentadas inundaciones. Parece ser que la empresa pública local de las aguas va algo retrasada en su cometido de licitación. En el otro extremo de la ciudad, en otro pozo de tormentas previsto bajo el parque de los Hermanos Castro ya van por la tercera licitación. Mal, muy mal por parte de la EMA y del gobierno de la alcaldesa casquista de esta populosa villa marinera. Moriyón y los suyos hacen agua con la empresa que gestiona el líquido elemento, como antes se decía tanto. Es otro indicativo más que nos proporciona el convencimiento de que la villa está mal gobernada y que sus mandamases funcionan como malos aficionados. Tal parece que no están preparados, y mira que ya han tenido un mandato y casi la mitad de otro para aprender. A lo peor, como es de temer que le acaezca al Sporting, es que no hay equipo.

Frivolidades públicas

Pasaron ya los Reyes Magos y las saturnales 2016-17 se han dado oficialmente por clausuradas. Menos mal. A otra cosa, mariposa. Ha desparecido la pista de hielo y la pobretona iluminación navideña ya está apagada en espera de ser retirada. No falla en este caso el sistema de contratación. Lo que falla es el baremo, lo que debe ser puntuado. Independientemente de lo que indique sobre los precios la normativa de contratación del sector público sobre los precios, hay otros aspectos que pueden ser puntuables y que signifiquen la diferencia entre contratar a unos o a otros, aunque los contratados sean un poco más caros. No vale por tanto escudarse en ese “hemos tenido que contratar a estos porque son los más baratos”. Falta trabajo político y ganas de hacer las cosas bien. Los probos funcionarios cumplen con su función, pero sin directrices políticas, para eso son elegidos los concejales, funcionan igual y sin matizaciones para contratar un servicio u otro. Es la parte política la que tiene que poner la imaginación en marcha para, dentro de la Ley, poner en los pliegos las condiciones pertinentes que se adapten a los resultados deseados. No se supo hacer estas pasadas navidades y de ahí los disgustos. Tendrán que aprender la lección y aplicarse con más dedicación en este asunto el año que viene.

Se arrastra nuestro Sporting bajo las manos faltas de pericia –los resultados son indicadores que lamentablemente no fallan– de Abelardo Fernández y de Nicolás Rodríguez y, para colmo de desgracias, el poder municipal pone palos en la ruedas desde los despachos que, si bien nada tienen que ver con los deportivo, sí tienen mucho que ver con lo patrimonial y societario. Escuché el otro día por la radio a la alcaldesa casquista de mi populosa villa marinera y al concejal Couto, su ayudante de confianza para todo, hablar de cositas intrascendentes y, en un momento, como sin querer, sale a colación el Sporting y el nuevo contrato de arrendamiento del Molinón. Con toda paz, el concejal informó de una cláusula por la que, viene a decir, el ayuntamiento se reserva rescindir el contrato en el caso de que la sociedad tenga un nuevo dueño que no les guste a los mandatarios municipales de turno. Con semejante lastre, a ver quién es el valiente que se atreve a invertir en el accionariado rojiblanco. A los casquistas gijoneses nunca les hicieron gracia los actuales mandatarios del club y esta cláusula leonina es un piedra más en el camino de los Fernández, a quienes parece quieren condenar a quedarse indefinidamente con el pancho. En la letra pequeña están las trampas y esta lo es de campeonato. Bonita forma de ayudar al Sporting ahuyentando a los improbables inversores que, por milagro, pudieran aparecer por el horizonte. Siempre se está a tiempo de que otro equipo de gobierno, con mayor sensatez y más respeto y estima hacia una entidad tan emblemática y querida por la ciudadanía en general, elimine esas trampas para elefantes montadas por quienes, con tal de hacer daño a unos mandatarios que no son de su agrado, son capaces de hacer daño a una de las señas de identidad más queridas por los gijoneses.

Descubrimos estos días el bonito tema de la contaminación. No íbamos a ser menos que la capital del reino. Pasa que, como los medios nacionales tuvieron causa informativa prioritaria de un episodio madrileño, en la periferia no íbamos a ser menos y esos mismos medios, en su afán compensatorio, descubrieron las periferias y, de ahí, venga a entrevistar a los que han hecho un medio de ocupación, con retribución o sin ella, el asunto ecologista. Los ecologistas a la violeta han descubierto un filón en Asturias y están que no callan con nuestros niveles de contaminación. Y los papanatas que no quieren ser menos, se apuntan a la denuncia, de tal forma que esta semana pasada han logrado convertir el paraíso natural en un foco de aire irrespirable, proclamándolo a los cuatro vientos. Hay una falta de cuidado y de picardía, al convertir focos y momentos puntuales en extensivos a toda la región. Lo que se ve en los telediarios o se escucha en los informativos nacionales de las radios es “contaminación en Asturias”, así en general. Y eso, aparte de inexacto, hace daño a cualquier campaña turística que se pretenda poner en marcha. Si hay pirados del ecologismo ultra e irresponsable, la mayoría social sensata no les debería seguir su frívolo juego.

Un día es un día

Uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América, Benjamin Franklin, aparte de ser gran político, hábil diplomático, inventor del pararrayos, impresor, y muchas otras cosas más, dejó para la posteridad varios pensamientos y conceptos contenidos en ingeniosas frases; una de ellas es aquella que, no exenta de un cierto sarcástico humor, nos informa de que «tres mudanzas equivalen a un incendio». Aparte de referirse a las pérdidas, resume en realidad el estado de ánimo de quien se está mudando. Metidos en tales vericuetos, ha sido hasta difícil encontrar entre la miríada de cajas de cartón hasta las teclas del ordenador. A cambio, se espera un cierto sosiego en el nuevo destino ciudadano y el alejamiento de los ruidos con que el glorioso consistorio de nuestro pueblo castiga inmisericordemente a la zona de procedencia.

Uno de los lugares de ruidos en este fin de año ha sido la plaza Mayor, sometida a un «botellón» que los hosteleros de nuestro emblemático recinto rectangular semiporticado organizaron con primor. Creyeron, en su inocencia, que los asistentes se conformarían con asistir al sarao y acercarse a las barras de sus establecimientos para atiborrarse de bebidas espirituosas, sin reparar que un amplísimo número de los asistentes acudirían bien provistos de alcoholes variados para lograr el ansiado estado etílico propio de la ocasión.

El estado de suciedad en el que quedó la plaza fue de los que hacen época: una alfombra de bolsas de plásticos, botellas y latas de toda laya, restos de comida, bolsas de plástico y otros desperdicios sin número, lo que dejó bien patente que hay unos cuantos miles de convecinos cuyo grado de civismo deja bastante que desear.

Pero siempre hay consuelo. El concejal del equipo de la casquista alcaldesa Moriyón, Esteban Aparicio, proclama públicamente que «un día es un día» y que pelillos a la mar. Gran consuelo y escaso grado de responsabilidad. Sí, ya sabemos que ahí estuvieron empleados de la empresa pública de las limpiezas haciendo horas extra para despejar de las toneladas de residuos las calles y plazas. El gasto de este despliegue humano quedará a beneficio de inventario y no de los responsables de los establecimientos organizadores que usan nuestras vías públicas como extensión de sus negocios. Pero todo parece dar lo mismo en aras de acariciar el lomo de las masas borrachas de la localidad, cuyo voto parece importar más que los del mucho mayor número de ciudadanos que ni se emborracharon en medio de la calle ni ensuciaron nada y ni tan siquiera salieron a la calle. Así entienden los munícipes -y los nuestros no son ni mucho menos los únicos de España- cómo han de ser los regocijos populares: sucios, ruidosos y etílicos, todo ello en grado superlativo, que parece ser lo que se lleva.

Si algún emprendedor particular organiza una fiesta, pongamos de Nochevieja, en un recinto cerrado, lo que allí dentro suceda será de exclusiva responsabilidad suya y ni se fastidiará a los vecinos con ruidos ni habrá de hacerse gasto extra para limpiar las basuras abandonadas por los borrachuzos; pero eso parece no gustar demasiado y alguna fiesta privada ha visto denegado el correspondiente permiso edilicio para ser celebrada.

Las más de sesenta y una toneladas extra de basuras recogidas de las vías públicas de nuestra populosa villa marinera en la primera mañana del año, fruto de los desperdicios producidos y abandonados por los nocherniegos festejantes son un síntoma de una cierta falta de civismo y de una mala praxis política de los casquistas que gobiernan la urbe, incapaces de prever este tipo de desmanes.

En definitiva, el pequeño y sucio suceso es un síntoma feo: indica que la derecha consiente algunos días al año los desmanes de los menos pudientes -el «botellón» es un indicador infalible- a cambio de obtener una cierta contención social gracias a estas explosiones controladas en ciertas fechas señaladas. El concejal Aparicio lo dejó bien claro al decirnos que un día era un día. Tal fue el sentido de sus palabras.