Apaños y chapuzas

Los apaños para intentar que Carballo siga al frente del certamen cinematográfico local por parte de Divertia alcanzan un especial grado en la escala chapuza: cambiar las reglas de juego una vez iniciada la partida. ¡Ay, ese nivel de inglés con un certificado tan mal comprado que ni certifica lo exigido en las bases inicialmente aprobadas! Así es todo lo de Carballo: chapucillas mal rematadas y caras. Se empeñan los foristas en mantenerlo para tener contentos a los amiguitos del alma del ñapas sin habilidades y con ínfulas de cineasta. Nacho Carballo no goza de una gran carrera en el mundo fílmico de la que presumir, pero las ínfulas de cineasta se las dio desde bien pequeño. A todo quisque con quien se cruzaba, le contaba que él era director de cine y hasta algún parroquiano conmiserativo le hizo algo de caso; luego, a la vista de los resultados, venían los disgustos, las desilusiones y hasta algún mal entendido. Pero ahí está, peleando por su canonjía hasta el final. Hay que reconocerle que, al menos, es persistente. ¿Para qué el paripé del proceso de selección cuando el nombramiento de director del festival es de libre contratación? Probablemente para aparentar limpieza. Una limpieza que ha quedado en entredicho y que ha resaltado más aún si cabe la suciedad de fondo en todo el proceso. Al final, como la trampra rescampla, al listillo no le salió la jugada.

Pero la gran chapuza es el presupuesto de la derecha facilitado por sedicentes de izquierdas. El pacto bajo la mesa entre Foro y Podemos sigue en funciones a las mil maravillas, esta vez con los pobres de IU con su voluntad secuestrada, sumados a la inhibición de una abstención vergonzante. Lo único que tiene la cosa de positivo es que, por lo menos, hay presupuesto, malo o bueno: en este caso más bien de los primero que de lo segundo. Pero el papelón de la marca blanca podemita gijonesa, en manos de la corriente sindicalista de los Cándido y Morala, que siempre tan bien se entendieron con Álvarez-Cascos, ahonda más la división local de una novísima formación política que ya ha desencantado a unos cuantos en su corto recorrido. Aquí no va a haber división entre pablistas y errejonistas porque ya sólo mandan unos que no son ni lo uno ni lo otro, son el grupo sindicalero corrientista que se apropió de las siglas y que van por libre, arrimándose a quien haga falta en función de sus intereses. Lo único que tienen en común con los de Pablo Manuel es su odio visceral a todo lo que huela a socialista y que, en el caso de nuestra populosa villa marinera, exhibe la peculiaridad del extraño entendimiento con Cascos que favorece a Moriyón y su menguado coro celestial, que, en esta ocasión, ha podido contar con los votos a favor del triduo de concejales populares, pacientes a la espera de tiempos mejores, para cuando se extingan las ahora tan brillantes luces foristas y las aguas vuelvan a sus cauces naturales de representatividad, como bien tiene ya asimilado y entendido mi señora doña Cherines Fernández que, prudentemente, les ha recomendado a sus huestes playas y despacito y buena letra.

Entre tanto acontecimiento poco agraciado que únicamente consigue lucimiento de mohines, queda la esperanza que el año entrante venga con mejor lucimiento y que las cosas se coloquen sus sitios correspondientes, no como en este que está a punto de terminar que tanta alteración nos trajo. Es lo mejor que podemos desear para todos: normalidad y sensatez, en lugar de la alteración y alocamiento con la que se han conducido los asuntos, tanto públicos como privados, en este ejercicio que se nos escapa entre los dedos. Últimas horas de un año que no ha sido ni bueno ni normal y en el que los acontecimientos más peregrinos han asomado su patita para alterarnos más de lo debido. Lo dicho, que el año entrante venga mucho mejor para todos. Y así, ventilamos la última hoja de un calendario que bien nos podríamos haber ahorrado deshojar.