Incongruencias presupuestarias

Han colocado en la Plazuela un osito dorado bien orondo y luminoso para sustituir al “Père Noël” trasladado a la plaza del 6 de Agosto. Ya está todo en su sitio justo antes de la entrañable y recurrente navidad. Couto, este concejal para todo, ya había dicho que no le gustaba a nadie la iluminación navideña de nuestra populosa villa marinera: es en lo poco que ha acertado en lo que lleva acertado como concejal en lo que se refiere a un sentir mayoritario ciudadano. Los comerciantes a tragar, el común de la ciudadanía a lamentarlo y los gobernantes municipales a constatarlo. Habrá a quien le dé lo mismo, como le dará que una de las personas que ocupa una concejalía por la marca blanca de podemos nos cuente, fotos mediante, que el tunelón   esté inundado y sirva de piscina para aguarones: total, para lo que sirve, la indiferencia del personal es mucho mayor que si las luces navideñas lucen mejor o peor. Lo que no se ve cuenta poco en el orden de las preocupaciones ciudadanas. Estos de Podemos se preocupan mucho de lo que hay por debajo, sea la tierra sea el mar y nos salen ora con imágenes de filtraciones en los emisarios submarinos, ora profundizan en el agujero inútil de lo que iba a ser la magna obra casquista del metrotrén.

Estamos en tiempo de elaboración de presupuestos y cada administración lleva lo suyo, da igual que sea la estatal, la autonómica o las locales. Echa uno la vista a las redes sociales y, de pronto, se encuentra con preguntas que llaman la atención, como la del concejal socialista gijonés César González que literalmente deja en el aire esta cuestión enjundiosa: “¿Por qué no se apoya un presupuesto con 32 millones en salario social para Gijón y se respalda la política social de Foro?”. Para entenderlo bien, la cosa requiere una aclaración: lo que Podemos apoya es la política presupuestaria del moriyonato gijonés y los 32 millones serían los destinados a Gijón en los presupuestos regionales presentados por el gobierno regional de Javier Fernández. Si es una cosa rara con su mucho de incongruencia; pero, ¿cómo buscar congruencia en la extraviadas políticas y decisiones de Podemos? Esta formación es un magma en el que se retuercen vanidades y egos dentro de su seno, como el magma en el fondo de un volcán, y sus manifestaciones y formas de votar sin tan sólo erupciones de lava o fumarolas que se nos dejan ver. Quieren hacernos ver que son transparentes, pero son los más opacos de todos los que comparecen en el escenario político: con el colmillo tan retorcido y tan duchos en el disimulo como los integrantes de cualquier formación de lo que dieron en llamar vieja política. En esto, los de Podemos parecen esos pobres niños aquejados de esa rara enfermedad que los hace envejecer prematuramente: apenas han nacido y ya parece que lleven siglos solmenándose tortas, pactando con otras fuerzas bajo la mesa, fuera de la vista de la ciudadanía perpleja, y consumiendo etapas a marchas forzadas. Llevan velocidad de bólido y, de entrar en la atmósfera –y aparentan llevar tal rumbo de colisión– es probable que se consuman con gran aparato de luz y sonido.

Hablando de redes sociales, un potente medio de comunicación, se viene imponiendo la costumbre de que ciertos pelmazos, a algunos de los cuales hay que dejar de seguir para la propia tranquilidad, que se empeñan en contarnos constantemente momentos vacuos de sus vidas como si fueran la gran cosa. Una cosa es hacer un día una gracias y otra cosa es la inundación con mensajes insustanciales. Lo peor de todo es que la inundación llega a los tradicionales o más modernos medios de comunicación y una nada despreciable cantidad de comentaristas se han empeñado en contarnos sus vidas. A uno que se dedica a gastar bromas pesadas en You Tube, un airado afectado le propinó un sopapo y todo porque el gracioso y celebrado bromista le llamó “caranchoa”. Muchos y muchas pretenden ser –y triunfar– como la bloguera asturiana Isabel Llano, conocida en las redes como Isasaweis, pero solamente consiguen hacer el plasta y aburrirnos. A pesar de los peregrino de la situación, en este aspecto, sube la marea.

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