Se terminó la fiesta

Pasado con éxito, no exento de agua, el festival manzano-sidrero, ya solamente quedan los eventos de los Remedios y la Soledad para terminar en este nuestro bonito pueblo con los molestos ruidos que provocan los diferentes festejos que desde julio nos asolan. No hay compasión municipal con la contaminación acústica. Si la del aire les importa un pito, ¿cómo la del ruido no les va a traer al pairo?

Existe entre una gran cantidad de público una relación directa entre lo que se reputa como “animación festiva” y cantidad de ruido; y los munícipes se apuntan al carro sin pensarlo dos veces. El caso es que, a falta de la necesidad de contarles la propia vida y de cómo pasé estos meses de verano –más que nada porque seguro que no le importan a nadie–, me regocijo en la realidad de que finiquitan los festejos, sus ruidos y las suciedades que provocan. No hay que ser técnico de la municipal empresa de las limpiezas urbanas para saber en qué estado quedan los lugares donde se celebró algún evento porque salta a la vista: siempre hay unas pocas horas, en ocasiones minutos, entre que termina, pongamos por ejemplo, una hoguera sanjuanera o un festival de escanciado y el que se inician las labores de adecentamiento para observar el rastro apestoso de la fiesta. No crea nadie que en esto somos diferentes a otras poblaciones: la relación fiesta, ruido y porquería es consustancial en todo lugar que se precie de disfrutar de un evento popular entretenido. Hay que ver a los encargados de la limpieza en Buñol cómo se afanan prácticamente en cuanto pasa la turbamulta entomatada y su eficacia para limpiar la pulpa del fruto colorado que lo cubre prácticamente todo, o las brigadas de limpieza que en Pamplona se afanan de madrugada en retirar la suciedad dejada cada día por los sanfermineros.

Todo barrido y baldeado por aquí, lo que toca es el comienzo del curso político municipal transcurrido el periodo vacacional. Se puede decir que comienza ahora prácticamente el mandato edilicio. Es en este momento cuando nos metemos prácticamente en harina y el minoritario gobierno municipal tendrá que ir tejiendo sus alianzas si quiere sacar adelante asuntos tan enjundiosos como los presupuestos locales para el año entrante que está a la vuelta de la esquina.

Ahora es cuando vamos a ver si la caritativa cirujana, devenida en alcaldesa, sirve para algo políticamente o es, como ha venido demostrando hasta ahora, un simple bluf. La división de la oposición por babor, debido al odio que los dirigentes de Podemos gijoneses y asturianos sienten por el PSOE, consiguieron que Moriyón repitiese mandato. Ahora vamos a ver si tragan con unos presupuestos ultraconservadores, en donde se prima a los bancos por encima de la gente, o cumplen con sus promesas. Aquí es más difícil aplicar pacto del astillero que valga, si es que a alguno le queda u n mínimo de sentido común o de decencia política.

Esto es lo que nos queda por ver en las semanas venideras y comprobar si la segunda fuerza municipal, los socialistas, consiguen tomar el pulso certero de una oposición eficaz que consiga se vayan enmendando las barbaridades que los de Foro suelen pretender se lleven a cabo para desgracia ciudadana. Es una tarea difícil la de asumir una responsabilidad de gobierno, pero desde la oposición, con todas las limitaciones que ello conlleva. Y junto al PSOE local, los de IU con similar responsabilidad, igualmente crucial, pero aminorada por el número de sus concejales. De los nuevos se espera poco, inmersos como están en sus propias estrategias despegadas de la realidad ciudadanas y sumergidas en sus populismos que a poco conducen