Alcaldesa con corriente

El deplorable espectáculo de la marca local de Podemos en Gijón al regalarle la alcaldía de nuestro pueblo a la formación de Cascos, en la persona de la caritativa cirujana Moriyón, no tiene parangón en la relación de las infamias políticas que se han dado en toda España durante esta jornada de constitución de los ayuntamientos. Sólo se entiende desde el odio que profesan un grupo de violentos, algunos de ellos en su momento sentenciados y condenados a prisión, incrustados en la organización de Iglesias Turrión. En efecto, representantes y simpatizantes de la Corriente Sindical de Izquierdas –de las que el edil portavoz local de la formación, Suárez del Fueyo, tampoco anda muy lejos– han tomado la formación gijonesa, lo cual es un problema para la dirección nacional de Podemos, ya que van por libre y, poniendo en práctica el discurso podemita de las asambleas a tutiplén y de la independencia de los círculos, hacen de su capa un sayo, y lo seguirán haciendo hasta que llegue el turno para meterlos abruptamente en vereda.

Conocido este odio por el PSOE de algunos de esos violentos integrantes históricos de la CSI por parte de la FSA, su comité autonómico no se hizo ilusiones de ninguna clase y se puso muy firme frente al chantaje del grupo gijonés. Esa firmeza hizo mella en Podemos, cuyos dirigentes, probablemente nacionales o regionales, se dieron cuenta de que su situación sería insostenible de permitir que las dos principales ciudades del Principado quedaran en manos de la derecha, pudiendo las dos ser gobernadas por la parte de babor.

Los dirigentes podemitas gijoneses, instalados en su odio, su rencor y su querencia por Cascos, van por libre y no hacen caso de nadie, ni tan siquiera de los propietarios de una marca como Podemos que no les pertenece. Por ello, hasta resultó menos complicado convencer a sus franquiciados ovetenses que dieran la alcaldía capitalina al socialista Wenceslao López. Lo contrario hubiera sido un escándalo de enormes proporciones.

Este es el éxito de una formación, la de los socialistas asturianos, que supieron mantener la cabeza fría, probablemente fruto de ser una organización más que centenaria, y hacer frente a lo que parecía ser una “Panzer-Division” dispuesta a arrollar con todo.

Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, pero tal como están las cosas, da la sensación que el principal partido de la oposición en la villa y concejo, el socialista, tendrá que hacer frente a dos equipos: el formal de Foro y el apoyo que irán recibiendo de la CSI, disfrazado para la ocasión de Podemos o como prefieran denominarse a ellos mismos. Tendrán que parar, o intentarlo, de dos equipos que irán más juntos que lo estuvieron durante el anterior mandato PP y FAC.

Ahora, Gijón está en manos de un grupo de la derecha más ultra, pero con corriente, lo cual no augura nada bueno y no responde en absoluto a los deseos de los votantes ni de los unos ni de los otros. Se trata de una entente por debajo de la mesa con todas las de la ley, justo lo que la gente viene rechazando. Es un pacto vergonzante de viejos zorros del juego político que no concuerda con los pretendidamente nuevos usos políticos.

Se ha unido lo peor de la ciudad para gobernarla: asistiremos a falsos pulsos que se resolverán con las típicas concesiones de atrezo, como hemos visto hacer en el pasado y nada cambiará. Nada ha cambiado para bien en los cuatro años pasados y nada cambiará en los próximos, como nada se consiguió en los últimos treinta años con la violencia y los chantajes sociales de la CSI en Gijón. Se han unido en el ayuntamiento dos fuerzas tractoras que sólo conocen un sentido de avance: la marcha atrás, y por si ello fuera poco, con engaño palmario a los electores tanto de Foro como de Podemos. Flaco consuelo será comprobar cómo la ciudadanía se irá percatando poco a poco de la falta de vergüenza política y desahogo de esta conjunción de desgracias. Nos queda la paciencia y alejarnos de las fuentes de tanta corriente.