Por donde el humo

Se cae un pedazo del Muselín ladera abajo y a la caritativa cirujana, a la sazón nefasta alcaldesa tan ligera de promesas electorales y sus boys ni tan siquiera les ha dado tiempo de que se les ponga cara de tontos, mientras el candidato socialista Josechu ya lo ha tenido para visitar la zona afectada y poner las cosas en su sitio, a la vez que pudo comprobar que casi cuatro años después Foro no tuvo tiempo de proteger las zonas de riesgo para los vecinos y sus bienes. Durante los ominosos años del moriyonato en el gobierno municipal se ha jugado con unos ciudadanos, los del Muselín, de forma especialmente demagógica y cruel: no se le ha dicho la verdad, sino lo que convenía decir, y ahora tenemos ahí un problema mayor del que había hace cuatro años.

Lo mismo que se desprende la ladera del monte sobre el humilde poblado sobre el puerto, se van hacia abajo, y hasta podríamos decir que afortunadamente, se esfuman las posibilidades de estos campeones foristas del nada hacer. Como dicen que lo hay que probar todo, en nuestro `pueblo ya hemos comprobado que el gobierno por parte de la segunda candidatura en número de votos y concejales es una desgracia ciudadana. Los del Muselín, por ejemplo, ahora lo saben desgraciadamente de primera mano, como lo van sabiendo otros gijoneses dispersos por acá y por allá hasta formar un conjunto ciertamente notable y mayoritario. Y quien no lo ha sufrido en carne propia lo ha visto muy cerca en parientes o amigos.

No sabemos a ciencia cierta lo que vendrá, pero una cuenta cabal hace presagiar que Moriyón salga por donde el humo. Y falta hace. Tanta como recuperar la marcha uniforme de crecimiento, unas veces con más velocidad, otras más acompasadamente, pero siempre hacia arriba, de los lustros anteriores, cuando Gijón era un ejemplo para otras ciudades de su porte en España entera. Lo que haya de llegar, llegará, pero la inacción de Moriyón y sus gentes será difícil de superar. Tras esta desgraciada experiencia, estamos muy próximos a la certeza de asegurar que somos un colectivo ciudadano capaz de soportarlo casi todo.

Tanto meterse con los llamados “políticos profesionales” que cuando, de forma premeditada, se coloca en una lista a sujetos sin experiencia de gobierno y les toca el mando en aquella rifa que la políticamente desgraciada Pilar F. Pardo, ya purgada del PP, convirtió la elección de alcalde, el ayuntamiento se convirtió en un sindiós de proporciones colosales.

Se acerca la hora de la verdad y, al no tener realidades que mostrar, hemos entrado en la fase de las promesas fabulosas: aparecen inopinadamente millón es de euros, se dice que procedentes de inciertos remanentes, para acometer actuaciones que estuvieron cuatro años en el limbo porque, se nos decía, no había dinero para ello, mientras se reducía la deuda bancaria no vencida y desatendían a aquellos de nuestros ciudadanos más desfavorecidos; es decir, se entregaba a la caja de los pudientes lo que se negaba a aquella de nuestra gente que más lo necesitaba. Sólo por esta frialdad, por esta auténtica falta de ética social, Moriyón y su cohorte merecen desaparecer del panorama municipal o, al menos, ser colocados en un lugar residual de las bancadas edilicias.

Foro ha hecho el mal en el ayuntamiento: ha presionado a funcionarios hasta el punto de la remoción de alguno de ellos, a favorecido a los más dóciles a sus peregrinas ideas políticas y ha sometido a los ciudadanos, en todos los ámbitos, grandes o pequeños, a las más alocadas sinrazones.

Tocan procesiones, minoritarias y generalmente escasas de público en nuestro pueblo, salvo por aquellos que durante sus paseos se ven sorprendidos por los desfiles. Llegan los cofrades con sus hábitos, los clérigos con sus salmodias y mis simpáticas señoras de riguroso luto y mantilla española –recuerden, nada de guante largo–. Todos ellos tendrán quien les cante sus supuestas glorias y fervores, pero una abrumadora mayoría ni se enterará de tan pías prácticas, como no se ha enterado de lo que los foristas han hecho en Gijón el último periodo de cuatro años que está a punto de finalizar.

Cuestiones de amor propio

Menos mal que a los de IU en Gijón no se ha acercado a echarles una mano Julio Anguita, como hizo con los andaluces de la misma formación. Los nuestros se las arreglan solitos para desgraciar sus expectativas electorales. No hace falta extrapolar resultados –entre otras cosas porque no es buen sistema predictivo– para adelantar lo que será de la coalición de izquierdas en el ámbito municipal de nuestro pueblo en las próximas elecciones. Ni que decir tiene que ello no es bueno para los intereses por babor en general.

Por aquí, a falta de mayor actividad de un confundido PP de este nuestro pueblo que arreglar lo de su lista electoral, tenemos por estribor al FAC, con una caritativa cirujana que igual promete millones futuros para promoción del empleo como visita con aparente fruición y notable desmesura, obras variadas o acompaña niños, a chaleco reflectante puesto, a las paradas del bus escolar. La caritativa cirujana forista, todavía alcaldesa de la localidad, se ha lanzado a una multitud de actividades antes de que llegue el próximo fin de mes, fecha límite que las leyes permiten este tipo de afanes políticos de carácter propagandístico desde el poder. A falta de un programa o ideas concretas para el futuro ciudadano, quedan las socorridas visitas de obras para salir en la foto con el casco bien calado.

Por su parte, el candidato socialista, José María Pérez, generalmente conocido como Josechu, está que no para; es difícil seguirle la huella: tal es despliegue de reuniones, visitas o encuentros que abarrotan su agenda. Para cuando termine la campaña, será difícil que quede alguien en la villa y concejo que no le conozca, que le haya oído desgranar sus propuestas o que haya sido escuchado por él en sus planes, quejas o proyectos.

En una de las apresuradas tertulias de la noche electoral andaluza, alguien manifestó que Susana –porque ahora a los políticos se les menta confianzudamente por nombre propio, como si fueran de casa de toda la vida– era la única socialista que había ganado desde hace cuatro años una elecciones autonómicas. Alguien rectificó al tertuliano de turno e indicó que también en Asturias se habían ganado unas elecciones en 2012, a lo que se le respondió que bueno, que sí, pero que Asturias es un territorio pequeño. Es curioso que a ciertos efectos cuente tanto eso del tamaño del territorio para contabilizar los triunfos electorales de las formaciones políticas, pero la afirmación responde a una realidad impepinable.

De esta realidad, el tamaño geográficamente reducido y el moderado número de habitantes nos vienen algunas desgracias, por ejemplo todas las relacionadas con las infraestructuras de transporte, sean carreteras ferrocarril o puertos, sin ir más lejos.

No sabemos nada acerca de los resultados electorales en mayo, ni en la región ni en los principales municipios, pero tampoco es muy difícil intuirlos por aproximación, a la vista de cómo anda el panorama. Al preverse un reparto tan variado y tener a la vista elecciones generales para el próximo invierno, no se nos presenta un panorama nada claro en la relación que vaya a darse entre instituciones, es decir, seguiremos probablemente a la espera de lo que pase con túneles de AVE, estaciones de trenes, regasificadoras portuarias y demás delicadas cuestiones que ahora tenemos en el alero.

Pero quedan muchas otras cosas y tal parece que no tienen importancia, como si nosotros mismos fuéramos conscientes de nuestro reducido tamaño y no respetáramos ni nuestro propio futuro o miráramos por nuestro bienestar presente.

Es como si hubiéramos caído en nuestra propia trampa: la de considerar que poco nos queda por hacer. En este sentido, el único candidato local que en nuestra ciudad ya está actuando como tal, el socialista conocido como Josechu, parece que apunta en la dirección de que reforcemos nuestro amor propio. Falta nos hace que el resto, una vez que despejen las dudas sobre quién habrá de formar parte de sus respectivas candidaturas, se apliquen a la tarea, cada uno según su propia visión e ideología, a la tarea de elevar el aprecio por nosotros mismos y nuestras cosas.

Historia de un fiasco

Con tres palmos de narices se quedaron los de la federación vecinal, convocantes de la manifestación en pro de las nuevas estaciones para el tren y los autobuses al comprobar la escasa respuesta a su convocatoria. Esperaban, a tenor de la respuesta de las organizaciones políticas una gran asistencia de público de enormes proporciones y cosecharon un fiasco en donde sólo los representantes de los partidos y los propios y obligados directivos de las asociaciones de vecinos acudieron al llamamiento.

Cometió la entidad convocante, la Federación de Asociaciones de Vecinos, un error monumental: creer que la campaña de lastimeros quejidos de la caritativa cirujana, a la sazón nefasta alcaldesa de la ciudad, respondían a un verdadero clamor social donde sólo hay una incomodidad por la lejanía de la estación de trenes para una parte de la población, porque para otra es un acercamiento, es decir, queda más lejos de Somió o la Arena, pero más cerca de Pumarín, el Polígono o el Natahoyo y a los de Laviada, por ejemplo, les da los mismo. Por otro lado, desde mediado el siglo XIX y todo el XX esa franja ha dividido en dos la ciudad y no digamos antes de que hubiera tren cuando existía el humedal que acabó dando nombre a la zona. No. El solarón es una ficción de necesidad social: problema para urbanistas, pero secular costumbre arraigada para la ciudadanía de nuestro pueblo.

Caravera y los suyos cayeron en el señuelo de Moriyón. Tenía que haberles hecho sospechar que hasta el PP, los mismos correligionarios de la misma ministra Ana Pastor que niega los fondos para solucionar el asunto, se apuntaban cínicamente a la convocatoria. Y tuvieron lo que se merecían por su falta de perspicacia y su equivocado análisis de lo que es Gijón: un fracaso estrepitoso y sin paliativos, aunque mediáticamente se les otorgara conmiserativamente un cuidadoso tratamiento.

Se le ha tratado con el mismo mimo que se otorga a alguien aquejado de una fastidiosa y delicada enfermedad. El movimiento vecinal, tal como lo están ejerciendo las asociaciones y sus federaciones en esta villa y su concejo ya no tiene sentido. Restos de un pasado glorioso cuando fueron cabeza de puente en el tardofranquismo y primeros pasos de la democracia de los partidos políticos de izquierda. Desde el momento que hay representación democrática han quedado como un reducto donde más que actuar como representantes vecinales son instrumentos que intenta extender alguna que otra formación política y en donde abundan los pactos por debajo de la mesa.

La ciudadanía no es fácil de engañar: asociaciones vecinales y Moriyón en el mismo saco es una mezcla no tolerable. Es como si a la manifestación del Primero de Mayo se sumara la federación empresarial, simplemente no colaría. Pues lo mismo con la alocada manifestación de las estaciones: no coló y ahí está el resultado para corroborarlo.

Otro fiasco explicable es la disolución, con deplorable espectáculo incluido, de la parte local de IU, en un impúdico juego de egos que para sí quisiera una reunión de divas operísticas. La cosa ya no tiene arreglo y es inconveniente para los intereses de toda la izquierda local, lamentable situación que, también desgraciadamente, viene a quedar equilibrada por otro espectáculo de pena: las tortas que se están dando en el PP local.

No hay solución para ciertos males y ello presagia que el electorado volverá la cara a las formaciones que muestren parecerse más a una jaula de grillos que a un partido político preocupado por el bienestar general. Cierto que las siglas pueden mucho y que los votantes, en ocasiones, se mueven más por la imagen general que por los mensajes locales. Pero hay espectáculos que son de muy difícil olvido.

Incapacidad mayúscula

No hay nada más ridículo, y en el ámbito político no iba a ser menos, que lanzar disculpas al aire que se sabe son vanas y que faltan estrepitosamente a la verdad y a los hechos. Pues a pesar de este axioma, la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, a elegido como motivo especial de su alocada campaña electoral lo referente al solarón que han dejado al aire las retiradas vías del tren en el Humedal. Tiene gracia la cosa porque hasta se le llena la boca mencionando supuestas humillaciones a Gijón.

¿Hace falta recordar otra vez que no hay estación intermodal soterrada porque al querido líder del Foro, ahora en plena recesión política, se le ofreció en sus tiempos de mandamás ministerial del PP en Madrid, gastar una millonada en hacer un túnel por debajo de la ciudad y dejar que la estación se pagase con el aprovechamiento inmobiliario que dejarían supuestamente los terrenos ociosos liberados de vías y estaciones en pleno centro, en lugar de aplicar los dineros ministeriales directamente en la operación de soterramiento de vías y estación término? Eso es una realidad irrefutable, luego todo lo que nos cuente Moriyón ahora se le vuelve directamente en contra suya.

Porque gracias al todavía jefe político de esta alcaldesa que tanta humillación ve aplicada a la ciudad es el directísimo responsable del entuerto. ¿A qué viene ahora tanta alharaca y tantos morritos fruncidos? Pues a la desesperación. Es de amplio conocimiento en la villa toda y su concejo que los años de mandato del moriyonato casquista han sido baldíos, que no se ha hecho nada, por lo tanto, como no hay nada que exhibir como tarea realizada, buena o mala, hay que inventarse un sentimiento de dignidad local ofendida, a ver si cuela. Pues la ciudadanía no traga con semejante bola.

Ciertamente, da vergüenza ajena contemplar a una inútil política de la catadura de esta nefasta alcaldesa que nos tocó en mala suerte, bracear desesperada ante la mermada capacidad de flotación de su precaria barquichuela política: tras casi cuatro años nada que poder mostrar y tener que acudir a falsas humillaciones.

Para Moriyón todo es culpa del actual ministerio de Fomento, del PP, o del Principado, del PSOE, que, puestos de acuerdo, conspiran para hundir –o, lo que es más peregrino, humillar– a Gijón. La cosa es tan ridícula, tan poco posible, que causaría risa si no se tratara de algo dicho con aire de convicción por quien detenta la primera autoridad municipal. Es el colofón ridículamente peregrino de quien no sabe hacia dónde mirar a la búsqueda de una disculpa para su total inacción durante todo un mandato. Porque ya ni se atreve a mencionar el entorpecedor carril bici del Muro como logro.

Seamos un poco serios: este mandato ha sido el más desgraciado desde la recuperación democrática, en el que han faltado las ideas, la planificación, los proyectos, las realizaciones: un tiempo en blanco que ha significado un periodo en el que se ha pronunciado el mayor declive de la primera ciudad de Asturias. Es lo que indican los números que, obviamente, siempre encuentran alguna disculpa, a cada cual más feble, por parte de la alcaldesa y su reducido par de concejales de confianza de los que, por cierto, ya se ha producido una deserción, quizás porque al que se va aún le queda un cierto prurito de vergüenza torera para no tragar con tantos desatinos y tamaños ridículos como se han venido produciendo.

Luego, que nos vengan hablando con mucho agitar de estandartes de supuestas desviaciones presupuestarias de una obra a otra para reforzar la supuesta humillación. Nada que hacer: perdida la hegemonía del medio único de información, que eso sólo pasaba en aquellos tiempos preconstitucionales, el público está al tanto de las realidades y aquí, la que padecemos, es la de un grupo políticamente inútil que ha llamado a gobernar al mandato más inane e incapaz de los últimos siete lustros.

Honores a tiempo parcial

Se han dado prisa los socialistas y ya han aprobado la lista completa de quienes concurrirán tras José María Pérez a las elecciones municipales. Mucha gente nueva, aunque algunos de entre ellos con demostrada y solvente labor profesional e incluso municipal, que no todo en los partidos y sus grupos municipales son los que se sientan en los plenos en sus correspondientes bancadas y hay gente de equipo que cuida de que las cosas salgan bien como ayuda o soporte de los ediles. Pero lo vistoso son los concejales y para la mayoría despreocupada, muchas comparecencias en el foro electoral son completamente novedosas.

Por la parte del equipo gobernante, sumido en un proceso de jibarizaciòn desde la defección del su amado líder, Álvarez-Cascos, la confusión y el desánimo son notorios. Precisamente uno de los que se consideraba seguro para continuar junto a la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, en su afán de repetir mandato con mando, Rafael Felgueroso Villar, acaba de anunciar que no sigue. A este paso, Moriyón tendrá que hacer su lista con los que consideraba descartes, aquellos a los que ya había negado –y filtrado sin demasiada consideración– el pan y la sal de figurar en su próxima candidatura electoral.

Es curioso como se está diluyendo el FAC, la formación política en la que ya no cree ni su propio fundador. Con el paso de los días, el sentimiento de frustración y de haber sido dejados en la estacada crece. Aquellos pocos de los seguidores casquistas de buena fe están desolados, los jetas más trepadores que alguna migaja esperaban que les tocara de lo que cayera de la mesa de poder están decepcionados o enfadados, en diversos grados y según el carácter de cada cual, y los cantores de las supuestas gestas a la búsqueda de acertar en la adivinación de a quién le toque ocupar el poder municipal después de mayo, más bien para intentar el arreglo de la maltrecha cuenta de resultados y mantener las generosas prebendas con que durante cuatro años los amamantó las generosas ubres del moriyonato.

Llama la atención en el alegato de Rafael Felgueroso para disfrazar su huida de la quema que nos venga a contar que vuelve al ejercicio de su profesión de abogado. ¡Pero si no la abandonó nunca! Durante todo el mandato municipal ha sido concejal a tiempo parcial, a pesar de ser primer teniente de alcalde y detentar múltiples delegaciones de alcaldía, al igual que sucede con el concejal Couto. En esa explicación falsa, por lo que los hechos demuestran, podemos encontrar una de las claves de la postergación de Gijón: los principales concejales gobernantes lo han venido siendo a tiempo compartido con otras negocios profesionales, cosa que una ciudad de la entidad de la nuestra no merece.

Por la parte de los populares, se nos sigue obsequiando a la concurrencia con la rebeldía del actual grupo municipal frente a la dirección, esta vez con el anuncio de que serán ellos mismos los que acudan ante los tribunales en un nuevo intento de anular el congreso local que eligió como presidente local y presunto candidato a Mariano Marín: la tarea demoledora del PP local prosigue sin desmayo. A pesar de todo ello, no dudemos que la derecha obtendrá más votos de lo que podrían apuntar los méritos cosechados. Quiere ello decir que existe una parte considerable del electorado que vota a unas siglas a pesar de los hechos, por horribles que parezcan.

Aún así, estas elecciones locales que vienen serán tan insondables en sus resultados como las de los últimos setenta y primeros ochenta: al bulto. Andan las formaciones tan escasas de fondos que no invierten en sondeos electorales específicos para la región, dejándolo al albur de lo que las respectivas centrales les provean, procedentes del desgajamiento de las encuestas más globales y que, al ser nuestra comunidad tan pequeña, y no digamos si descendemos a la escala de los municipios, los índices de fiabilidad son escasos. La cosa, a día de hoy, queda, por tanto, a la ventura del ojo clínico de los augures de turno. Pero sin desdeñar las fotos fijas que estos días y sus avatares nos van proporcionando sobre la seriedad y el compromiso con la villa y su concejo de cada cual.

Y de la peculiarísima, por no decir estrambótica, toma de posesión del recién nombrado Secretario municipal vale más no hablar, más que nada porque se trata en definitiva de un funcionario y, a estas alturas, no haber logrado el necesario discernimiento entre la risa o el llanto.