El reto

Pero, ¿a quién se le ocurre? Pedirle una confrontación pública de ideas sobre asuntos municipales a la alcaldesa Moriyón por parte del candidato socialista, José María Pérez, es como pedirle a un grupo de cardos que den leche y miel. La caritativa cirujana no está, probablemente, para estas cosas, ni aunque lleve de ayudantes al amado líder y a su confeccionador de maldades favorito. Un debate público sobre la ciudad exige conocimiento de ella y no cuatro conceptos prendidos con alfileres o una visión del concejo y de sus fortalezas y debilidades propias de tertulia de cafetería que es lo demostrado durante los últimos tres años y hasta el momento por Moriyón.

¿Cómo pedirle un debate público a quien ha demostrado desconocer las leyes de la dialéctica, aún en su más mínima expresión? Lo que se conoce de la primera autoridad son discursitos leídos o intervenciones en las sesiones plenarias, en donde cuando se le acaban los argumentos termina por imponer su autoridad como presidenta de la sesión para zanjar cualquier debate.

Podría acusarse a Pérez, visto lo cual, de un cierto ensañamiento. Pero no es así: la alcaldesa está ahí colocada “motu proprio”, son que nadie la obligue y las reglas del juego incluyen debates públicos. Se negará, por supuesto, apoyándose en cualquier peregrino argumento y seguiremos igual.

De momento, con su viajecito a Madrid, en compañía de la concejala Lucía y del pobre Arrieta, a ver a los del ministerio de Fomento a cuenta del plan de vías, ha demostrado que ha perdido la vergüenza o que no se entera de la fiesta, que sería todavía peor.

Sí, el análisis del diputado regional y candidato socialista Pérez es correcto: durante este mandato municipal Gijón se ha encogido, ha ido a menos. Pero su máxima responsable no está para muchas explicaciones y menos para confrontarlas con alguien que tiene las ideas claras. Lo viene demostrando, una vez al menos, por los menos, en las sesiones plenarias frente a los concejales de los demás partidos, del PP a IU, pasando por el PSOE. Se agarra al ordeno y mando sin argumentos, salvo claro, las alusiones al pasado, como si ella, en lugar de alcaldesa, fuera una concejala más de la oposición de alguna de las corporaciones anteriores.

Moriyón no está para muchos trotes: es el paradigma de cómo una profesional más que menos respetada ha demostrado su nivel de incompetencia. En el hospital, no se le notaban sus carencias, al contrario, pasaba por competente, pero al frente del ayuntamiento ha demostrado una falta de iniciativa, un no saber por dónde entra ni por donde sale, una incompetencia, en fin, que son proverbiales. ¿Y a una gestora pública con tales nefastas características un oponente le pide un debate público? Ni loca. No se atreverá y se escabullirá por los cerros de Úbeda. Eso sí, en cualquier momento lanzará una puya o incluso insultará al atrevido retador, que eso ya tiene demostrado que sí sabe hacerlo: para eso tiene al asesor de maldades que le presta el amado líder.

Del PP, vale más no hablar, a la vista de los ominosos acontecimientos y mi pobre señora doña Cherines ya tiene bastante con lo que tiene.

Por la parte de IU, ya hay también candidato, Aurelio Martín: aquí no han encontrado todavía la vía de la renovación: salto de un cargo a otro y tiro porque me toca. Es probable que se enfrenten a la nada, pero por intentarlo que no quede. Es curioso, porque también airear la momia del doctor Llamazares al frente de la candidatura regional se las trae, que IU camine hacia el precipicio de forma tan alegre y poniendo sus huevos en el cesto de una virtual alianza con los extravagantes seguidores de Iglesias Turrión. Raro. Muy raro esto de confiar en el oponente que te mira por encima del hombro para salvar la cara. Pero así son ellos y quien somos los demás para señalarles otro camino.

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