A Madrid con colorines

Tiene por sus pasillos el ministerio de Fomento unos altos y bajos funcionarios especializados en atender comisiones que les llegan de pueblos, ciudades, diputaciones provinciales y comunidades autónomas. A mayor tamaño del colectivo ciudadano representado, más alto funcionario recibe a los visitantes. Allá se van a pedir carreteras, trenes, puertos o aeropuertos y toda clase de infraestructuras que imaginarnos podamos. Los tales funcionarios tienen la extrema habilidad, porque están bien entrenados para ello, en torear a esas comisiones de las administraciones periféricas. Ahí llegan los visitantes, ilusionados con sus planos y dibujos y allí esperan los funcionarios ministeriales con la máquina de recortar esperanzas e ilusiones, presupuesto en mano y con sus propias instrucciones, bien aleccionados para no moverse un milímetro de las decisiones, siempre técnicas, por supuesto, de los otros funcionarios, dedicados a la planificación en sus agujeros de Nuevos Ministerios, bien pertrechados de ideas y planos, a las órdenes del ministro, secretario de Estado y asesores, para ordenar la España entera y repartir los dineros. A veces, los visitantes son derivados a las sedes periféricas del Adif, Aena o Puertos del Estado, donde otros habilidosísimos toreadores les proporcionan un trato similar. Cualquiera al que le haya tocado asistir a una de esas sesiones sabe bien cómo termina la cosa

Esto es lo que le ha pasado a la caritativa cirujana y edilicios acompañantes el otro día en Madrid al llegar con su cantinela de las modificaciones del plan de vías del Humedal y, al llegar a casa, o casi sin aliento, al salir de la reunión, han recitado la misma cantinela que hacen todos los comisionados que se ven en la obligación de asistir a una de esas pandorgas desde sus pueblos, ciudades provincias o regiones: que sus planes han sido recogidos con mucho interés y que se ha formado una comisión de seguimiento para estudiar el asunto en profundidad. O sea, nada.

Tal pareciera que la regidora forista y demás adláteres que, habiendo sido el caminero y amado líder de su mínima formación gran ministro de la cosa, no estuvieran advertidos de semejante circunstancia. Lo estaban. Claro que sí. Pero la propaganda no tiene límites y, sumergidos como están paradójicamente los foristas en una desaforada campaña electoral, en la que cualquier cosa les vale, se hayan sometido a la humillación del toreo capitalino. Pero, a estas alturas ya ni vergüenza torera les queda. Se someten al mayor de los ridículos con tal de que parezca que hacen algo. Es tremendo.

Todos sabemos que los nuevos planes para la estación intermodal no se van a llevar a cabo. Que los colorines pintados en un plano se van a quedar en eso, pero a Moriyón y los suyos no les importan estas cuestiones, dedicados como están a vender humo con desesperación y desenfreno.

Lo auténticamente escandaloso es que nos salgan ahora con estas milongas, cuando tuvieron un mandato completo para ponerse a ello si es que tantas ganas tenían de cambiar la planificación preexistente. Se acuerdan ahora, cuando en mayo tocan elecciones municipales. Semejante descaro ha de ser tomado sin paliativos como un insulto a la ciudad que gobiernan.

No se dan por estribor, aquí en nuestro pueblo, buenas vibraciones. La anulación por su señoría del último congreso del PP, dejando de hecho descabezada de nuevo la organización local es una dura prueba a la que se ve sometida la presidenta regional popular, mi señora doña Cherines Fernández. Que te llegue un papel del juzgado quitándole la careta a lo que no fue más que una mascarada exige fortaleza de espíritu y su pellizco de cara dura para explicarlo a la gente con un mínimo de coherencia; pero da la sensación de que a una función de carnaval seguirá otra y que nos veremos en la obligación de asistir impávidos, por aquello de mantener las formas, a los más increíbles juegos malabares. De momento, el ridículo, por aquello de que se te quedan las ocultas maniobras al aire, es de los que hacen época.

Definitivamente, la derecha gijonesa está empeñada en hacer todo lo posible por no gobernar la ciudad: luego, nos hablarán de la maldad de los de enfrente.

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