No dar ni una

Hay presupuestos en Asturias gracias a un acuerdo entre el gobierno socialista y los populares. Ya tengo cavilando a los más atrevidos acerca de que los dos principales partidos han elegido a la tierrina como escenario de prueba para una posible “grosse Koalition” en el futuro del gobierno del Estado como si de una Alemania se tratara; es como si se dijeran “a ver qué tal nos podemos llevar” y se decantaran por ensayarlo en un sitio pequeñito sin demasiada repercusión en el PIB nacional, no más allá de un dos por ciento.

Los casquistas gijoneses ya han efectuado, al parecer, su apresurado análisis del presupuesto y han concluido que nuestro pueblo se ve en él muy perjudicado y eso que somos el mayor municipio de las Asturias, hasta el punto de tildarlo de “antigijonés”. Naturalmente a lo que el concejal Couto se refiere, pero se calla, es lo que él considera que el gobierno del Principado y el PP tendrían que haber aportado “de más” en los susodichos presupuestos regionales a nuestro concejo. Es como si considerase que, por ser un municipio de mayor le correspondiera una mayor parte por habitante en el reparto. Sin embargo, un elemental principio de solidaridad parece que recomendaría lo contrario, es decir, algún punto porcentual menos. Pero vaya usted a hablarles de solidaridad a estos campeones del egoísmo político.

Al contrario de lo que opinan estos guerrilleros del moriyonato consistorial, Gijón está más que correctamente tratado y más de un municipio tendría que levantar su voz por ello, pero vaya usted a explicar esto a quien solamente entiende la gestión de la cosa pública como bronca y enfrentamiento que es a lo que se han venido dedicando estos campeones del jaleo durante todo su mandato.

Para ser justos, aparte de la bronca saben hacer otra cosa: poner curas por todas partes. Trufan sus actos institucionales con algún mosén y se quedan tan panchos, como si no tuviéramos una Constitución aconfesional por lo que, en lo político, las prácticas han de ser de escrupulosa laicidad. Pero ahí tienen a la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, y sus adláteres ofreciendo a sus homenajeados o familiares los oficios de algún reverendo armado del correspondiente hisopo para poner el toque pío a la celebración. Y no les da vergüenza porque, o bien no la tienen, o no son muy conscientes de en qué consiste exactamente esa cosa de la aconfesionalidad del Estado.

Antigijonesa sí es la falta de acción a la que los moriyones tienen sometida a la ciudadanía de esta sufrida villa y su concejo. Si el amado líder, por lo menos, les diera instrucciones concretas, como por ejemplo, el “hágase” de la fallida exposición sobre Melquíades Álvarez que tuvo a bien tumbar el pleno municipal, algo se movería. Po cierto, ¿qué va a ser de lo ya consumido con la exposición de marras? Lo más probable es que, como los gastos efectuados no habrán sobrepasado de la cantidad estipulada para que tenga que ser pasada por la Junta rectora de la Fundación de Cultura, conviertan en libro lo destinado a ser catálogo de la exposición, con lo que podrán pagar consumos realizados ya, incluidas las primeras encomiendas de comisariado. Estéticamente es inadecuado, pero es el remedio más fácil para unos gestores marrulleros que, a sabiendas de estar en minoría, tienen el atrevimiento de comenzar trabajos sin que sean aprobados por los órganos oportunos que gozan de la correspondiente prerrogativa.

Tampoco les ha quedado a gusto del personal la peatonalización de muchas calles o callejuelas del centro cercano al puerto deportivo. Se queja el vecindario de que son ya más las tarjetas de residente que las plazas de aparcamiento que restan tras la operación de enlosado y preguntan, con razón, cómo se las van a arreglar, más si tenemos en cuenta que en toda la zona son muy escasos los edificios que cuentan con sus correspondientes garajes. Es como si se adoptaran ciertas decisiones como quien juega al Monopoly, sin percatarse que el plano es la representación de una ciudad con sus habitantes y sus negocios. Tiempo de otoño y tiempo de malestar ciudadano: la mayoría de las ocasiones por lo que no se hace y las escasas veces en que algo se mueve, por lo mal que se hace. Pero, para malas, las nutrias del parque, por cierto también consentidas por el malvado Principado. Hasta falta de imaginación: no tienen arreglo con sus cantinelas, a lo J. Goebbels de pueblo.

Deja un comentario