Pues aquí pongo una estación

Las medias jornadas o compatibilidades de algunos concejales casquistas, comenzando por la felizmente reinante caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, son proverbiales. Parece que los Couto o los Felgueroso andan algo molestos porque la leal oposición –léase portavoz socialista, Martínez Argüelles– recuerde que no se encuentra acta de pleno alguno donde figure la autorización para la compatibilidad de estos fenómenos que son capaces de llevar sus asuntos y los del municipio, y eso que solamente son nueve concejales. Imaginemos qué sería si fueran catorce a repartirse las tareas: con un tercio de jornada tendrían suficiente.

A estos de Cascos siempre les ha gustado mucho compatibilizar, de tal forma que el común no termina de comprender cuál es para ellos la actividad principal, si la representativa –en el organismo público que sea– o la privada. El caso es mezclar y liarlo todo para que, perdidos en la niebla, ganen los intereses más opacos. Porque, a qué negarlo, a Paco le va lo opaco y sus seguidores, sobre todo si como la cirujana esta que nos ha tocado en suerte como primera autoridad municipal era nueva en política hasta que se estrenó como candidata y hasta votante.

Tienen estos del FAC tan duro pétreo rostro que hasta se indignan porque se les pregunte. Tanta indignación, como la mostrada por el concejal Rafael Felgueroso, es más propia de representante de acusación particular ante algún tribunal que para comparecer ante la opinión pública. Se le va la mano y, después, si cuela, coló y si toca rectificar se hace en voz muy bajita y con algún retruécano para que se entere el menor número posible de ciudadanos. De hecho, es como han venido actuando estos últimos tres años y pico. Pero, de todas formas, son tantas veces las que han metido la pata que son innumerables las veces que les han salido a relucir los colores. Da la sensación que les da igual, pero se sabe, porque todo acaba por salir a la luz, que sí les importa y que en cada ocasión que se airea alguna de sus vergüenzas o chamullos se inflaman y, como diría un amigo, se ponen que fuman en pipa. Pues parece que les quedan muchas pipas de aquí al final del mandato porque hacen y no paran.

Una de las últimas presuntas genialidades que se han sacado de la manga es la reforma del plan de vías, ese adelantar la estación intermodal gijonesa como si fuera la gran cosa: otra muestra del adanismo rampante del moriyonato. Sin haberse enterado que la tal idea ya fue rechazada en su momento por técnicamente inconveniente. Se olvidan del túnel de la risa que nos impuso su amado líder y que en aquellas calendas se hablaba de una estación de cercanías bajo la plaza de Europa, más o menos. Pero su afán y sus prisas, ahora, llegan con otra ocurrencia ya que en el ministerio de Ana Pastor no les hacen de ni caso o que ellos no se han esforzado en dialogar y presionar a Fomento.

Está claro que el famoso coste cero deseado por cascos no puede ser en este momento concreto del mercado inmobiliario y que habrán de buscarse otras soluciones, que pasan, necesariamente, por la implicación económica del ministerio de Fomento con este pueblo nuestro, al igual que se ha implicado con otras ciudades similares a la nuestra.

Pero, helos aquí, empeñados en atacar unos problemas gigantes como si fueran molinos: quijotes a la inversa que confunden los problemas con dibujar ilusiones en un plano. Estamos en las peores manos que podríamos estar –unos gestores incompetentes–, en las peores condiciones –con las tres administraciones implicadas ocupadas por tres formaciones de signo distinto– y en el peor momento –con un mercado inmobiliario decadente–. Cabría esperar de estos aprendices de brujo casquistas que ocupan el gobierno municipal una cierta dosis de grandeza para comprender que nuestro pueblo necesita una cierta altura de miras para solucionar el problema pero, como se ha dicho, de momento han preferido jugar al Monopoly poniendo una estación en donde primero se les ha ocurrido.

No dar ni una

Hay presupuestos en Asturias gracias a un acuerdo entre el gobierno socialista y los populares. Ya tengo cavilando a los más atrevidos acerca de que los dos principales partidos han elegido a la tierrina como escenario de prueba para una posible “grosse Koalition” en el futuro del gobierno del Estado como si de una Alemania se tratara; es como si se dijeran “a ver qué tal nos podemos llevar” y se decantaran por ensayarlo en un sitio pequeñito sin demasiada repercusión en el PIB nacional, no más allá de un dos por ciento.

Los casquistas gijoneses ya han efectuado, al parecer, su apresurado análisis del presupuesto y han concluido que nuestro pueblo se ve en él muy perjudicado y eso que somos el mayor municipio de las Asturias, hasta el punto de tildarlo de “antigijonés”. Naturalmente a lo que el concejal Couto se refiere, pero se calla, es lo que él considera que el gobierno del Principado y el PP tendrían que haber aportado “de más” en los susodichos presupuestos regionales a nuestro concejo. Es como si considerase que, por ser un municipio de mayor le correspondiera una mayor parte por habitante en el reparto. Sin embargo, un elemental principio de solidaridad parece que recomendaría lo contrario, es decir, algún punto porcentual menos. Pero vaya usted a hablarles de solidaridad a estos campeones del egoísmo político.

Al contrario de lo que opinan estos guerrilleros del moriyonato consistorial, Gijón está más que correctamente tratado y más de un municipio tendría que levantar su voz por ello, pero vaya usted a explicar esto a quien solamente entiende la gestión de la cosa pública como bronca y enfrentamiento que es a lo que se han venido dedicando estos campeones del jaleo durante todo su mandato.

Para ser justos, aparte de la bronca saben hacer otra cosa: poner curas por todas partes. Trufan sus actos institucionales con algún mosén y se quedan tan panchos, como si no tuviéramos una Constitución aconfesional por lo que, en lo político, las prácticas han de ser de escrupulosa laicidad. Pero ahí tienen a la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, y sus adláteres ofreciendo a sus homenajeados o familiares los oficios de algún reverendo armado del correspondiente hisopo para poner el toque pío a la celebración. Y no les da vergüenza porque, o bien no la tienen, o no son muy conscientes de en qué consiste exactamente esa cosa de la aconfesionalidad del Estado.

Antigijonesa sí es la falta de acción a la que los moriyones tienen sometida a la ciudadanía de esta sufrida villa y su concejo. Si el amado líder, por lo menos, les diera instrucciones concretas, como por ejemplo, el “hágase” de la fallida exposición sobre Melquíades Álvarez que tuvo a bien tumbar el pleno municipal, algo se movería. Po cierto, ¿qué va a ser de lo ya consumido con la exposición de marras? Lo más probable es que, como los gastos efectuados no habrán sobrepasado de la cantidad estipulada para que tenga que ser pasada por la Junta rectora de la Fundación de Cultura, conviertan en libro lo destinado a ser catálogo de la exposición, con lo que podrán pagar consumos realizados ya, incluidas las primeras encomiendas de comisariado. Estéticamente es inadecuado, pero es el remedio más fácil para unos gestores marrulleros que, a sabiendas de estar en minoría, tienen el atrevimiento de comenzar trabajos sin que sean aprobados por los órganos oportunos que gozan de la correspondiente prerrogativa.

Tampoco les ha quedado a gusto del personal la peatonalización de muchas calles o callejuelas del centro cercano al puerto deportivo. Se queja el vecindario de que son ya más las tarjetas de residente que las plazas de aparcamiento que restan tras la operación de enlosado y preguntan, con razón, cómo se las van a arreglar, más si tenemos en cuenta que en toda la zona son muy escasos los edificios que cuentan con sus correspondientes garajes. Es como si se adoptaran ciertas decisiones como quien juega al Monopoly, sin percatarse que el plano es la representación de una ciudad con sus habitantes y sus negocios. Tiempo de otoño y tiempo de malestar ciudadano: la mayoría de las ocasiones por lo que no se hace y las escasas veces en que algo se mueve, por lo mal que se hace. Pero, para malas, las nutrias del parque, por cierto también consentidas por el malvado Principado. Hasta falta de imaginación: no tienen arreglo con sus cantinelas, a lo J. Goebbels de pueblo.

Algo más que tonterías

Cuando Carmen Moriyón era tan sólo una caritativa cirujana que. A la sazón, habían llegado de carambola a convertirse en alcaldesa de Gijón, nuestro pueblo, enseguida se sentó en el consejo de administración del Puerto local, como por Ley le corresponde como representante de tan digno consistorio, y ole tocó aprobar la liquidación de las cuentas de la gran obra de ampliación. Y votó que sí a dicha aprobación, porque, aunque ella era nueva en estas cosas y no tenía ni repajolera idea de puertos ni de obras, el presidente de la cosa que había puesto el amado líder, de aquella mandamás del gobierno del Principado, dijo que tocaba votar que sí. Aquel personaje, un tal Emilio Nosequé, un tanto airado de carácter, decíase que sabía mucho de cuentas y, reforzado por la opinión de la la representación de la abogacía del Estado, parecía de fiar. Así que la caritativa, ya decimos dio su voto favorable a la liquidación económica que ahora la Comisión Europea pone en solfa.

Como quiera que la caritativa parece un tanto desmemoriada, el representante de la leal oposición le recuerda estos extremos históricos, dada su aparente quebradiza memoria. Pero hétenos aquí que a la señora cirujana y alcaldesa no le gusta que le recuerden según qué cosas y la emprende contra el atrevido Santiago Martínez Argüelles a la voz de lindezas tales como “debería cuanto menos callar la boca” o “no sé qué pinta él diciendo tonterías”. La otrora mosquita muerta se revuelve ahora como gato panza arriba cuando le recuerdan cosas molestas. Para nuestra sorpresa, en tan pocos años sentada en el sillón presidencial del ayuntamiento, esta mujer ha acumulado un reprochable pasado digno de ser recordado por varios leales opositores consecutivamente. Para ella, que le recuerden que aprobó la liquidación de la magna obra portuaria es una tontería. Si lo cree así, demuestra una gran irresponsabilidad y, de no creerlo y pensar que su voto no tiene importancia alguna, demuestra su más supina ignorancia. Estamos, en todo caso, ante alguien incapaz de ocupar con una mínima dignidad el más importante puesto edilicio. Para ella, lo que importa, independientemente de la realidad, es que el actual gobierno del Principado tiene la culpa de todo lo que ocurre en este nuestro pueblo y, en todo caso, el gobierno en Madrid de la Administración General del Estado.

Ella, una tan digna señora, bajo cuyo mandato –ahora que entramos en tiempo de castañas– ha conseguido que el festival de cine de la localidad haya alcanzado sus más ínfimas cotas, sumido en la mediocridad más absoluta. Para decir otra “tontería” de esas que no le gustan, podemos recordar que, al tiempo que disminuye el crédito del encuentro cinematográfico local, hasta el punto de perder una interesante subvención europea, suben los enteros del festival sevillano que dirige el mismo que aquí fue despedido con cajas destempladas por las crías de Godzilla y que por cierto, sí obtiene subvención europea para el concurso fílmico celebrado a orillas del Guadalquivir. Bien se puede decir que, miremos hacia donde lo hagamos, la gestión de Moriyón es nefasta y que, por ello, debería tentarse mucho antes de mandar cerrar el pico a nadie y más al líder de su oposición, el mismo cuya lista obtuvo más votos que la suya y que, por ello, tiene más concejales sentados en el salón de plenos.

Moriyón es una alcaldesa de regional con un equipo a la altura de su pequeñez política y gestora. Andan desde la Cámara de Comercio de Vetusta con enredos para quedarse con la gestión de la Feria de Muestras y estos ternes parecen no haberse enterado. Es probable que ni hayan dado un meneo, que se lo merecen, a los máximos responsables camerales gijoneses que están sumidos en la conspiración como tancredos, mientras en Carbayonia, con la ayuda de los camerales avilesinos no paran en sus intentos de fagocitar la FIDMA con tal de que el evento les ayude a cuadrar sus escuálidas cuentas de resultados anuales. Un bocado apetitoso que este ayuntamiento casquista, hasta el momento, no ha sabido defender, lo cual no se explica a no ser que estén en lo mismo, por orden de la superioridad, lo que significaría no ya tontería sino alta traición a los intereses de nuestro pueblo, cuya defensa tienen encomendada.

Expo a la violeta

Se cae acantilado abajo un pedacito del Regatas, lo que significa que la naturaleza, siempre feroz, no respeta nada, ni los símbolos inmarcesibles del Gijón del alma, versión alto copete, o lo que queda. Se publican las encuestas y, en el caso de nuestra mismidad o, quién sabe, ensimismamiento, no es posible aventurar extrapolación alguna porque el FAC casqueroso –¿o era casquista?– no sale en los sondeos nacionales y, sin embargo, en nuestro pueblo tiene cierto predicamento: es como cuando a la ministra portavoz aquella le dio la risa en noche electoral al leer los resultados de una formación canaria llamada Asamblea Majorera, y eso que la isla de Fuerteventura tiene sus especificidades como sus ricos quesos de cabra y sus bonitos perros de pastor específicos de aquella tierra volcánica y, en términos de la Europa unida, ultraperiférica.

Aquí, en nuestro pueblo, a pesar de estar caídos –un poco ladeados– en pleno continente, nos ha dado por comportarnos también como ultraperiféricos, veamos sino a ese grupo rebelde de concejales del PP que no reconocen la autoridad de su nueva y flamante Junta Directiva Local; o a esa caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, que organiza a mayor gloria de su amado líder, a pesar de negar esto último, una exposición de Melquíades Álvarez que le tumba el patronato de la Fundación de Cultura y que la obligará a pasarla por el pleno y retratarse, una vez más con un expediente realizado a la trágala y de forma zarrapastrosa.

La excusa para la apresurada exposición melquiadista es que se había “caído” otra, prevista para las mismas fechas, de la Fundación Cristina Masaveu. La cosa tiene su gracia, porque una de las integrantes del patronato preguntó a la dirección de la FMC por la documentación sobre la renuncia de la tal fundación a la exposición prevista y fueron incapaces de aportar documentación alguna en tal sentido; es decir, la caritativa, bajo la influencia casquera, levanta una expo a Masaveu para colocar la de Melquíades a mayor gloria del prócer del FAC. ¿Irán luego a pedir ayudas para sus campañitas y sus cositas al grupo empresarial? Tendría su punto de curiosidad morbosa el comprobar el resultado de la actividad petitoria y ver cómo terminaría esta fiesta de la banderita forista por el entorno cementero.

Por el dichoso plan de vías y el túnel sin uso –inventos de Cascos, como la expo de Melquíades Álvarez– no termina la ministra Pastor y todos sus técnicos de Fomento, el Adif y resto de intemerata ministerial, a lo que hay que añadir el maltrato de Puertos del Estado con el Musel. Es como si se hubieran heredado en el tal departamento del gobierno las malas formas inveteradas del ahora ingeniero forista y antes popular: no nos ha tocado ni un pobre subsecretario que vele por nuestro interés, que todo cuenta a la hora de conseguir apoyos, desde los generales hasta los sargentos.

Son días de encuestas tremendas y, entre nosotros, no son de extrañar algunos desplomes: tal es el maltrato objetivo infligido. Sería una triste paradoja que la bajada del PP, conseguida a pulso desde el gobierno central, desde la dirección regional y desde el caos local, permitiese que se fuese de rositas la formación cuyo líder más daño objetivo ha hecho a Asturias, y en especial a Gijón, con su afán de acapararlo todo sin conseguir nada. Porque somos una rara esquina del territorio español donde la derecha está partida y en donde ninguna de las dos partes ha conseguido nada bueno para la ciudadanía: unos porque no están en condiciones de hacer nada y los otros, como es el caso gijonés, porque no saben, no pueden o, muchísimo peor, no quieren, dado su atrabiliario odio a todo lo que, no ya sea ocurrencia suya, sino que tenga algún viso de proceder de la izquierda progresista.

Y es así que llegamos al momento actual donde queremos compararnos con lo que sea y planteamos a lo loco hasta una exposición de Melquíades Álvarez a mayor gloria de un prócer que está para no exhibirse mucho de tanto como tiene a sus espaldas y que cualquier día de estos quedará expuesto a la opinión pública como otras miserias se nos han ido mostrando para general espanto.