Tortas y tartas

Los nuestros del PP, es decir, los de nuestro pueblo, han montado este día una de película de Charlot en pleno paseo de Begoña con sus carreras, sus voces, sus amerengadas tartas y s buenas tortas dialécticas. No faltaron los gritos de tongo y los que se fueron a cocinar el congreso lo hicieron en la Escuela de Hostelería, que cuenta con espaciosa cocina «d hoc». La que se cree favorecida con el tumulto, Cherines Fernández, la presidenta popular asturiana de reconocido remango, habló de un proceso limpio. El sospechosamente elegido puso a no dormir tranquilos a algunos de sus oponentes y el candidato que se quedó en pretendiente de serlo ya anuncia que impugnará –si le dejan, añadimos nosotros– todo el proceso.

Mal asunto que las voces internas de una formación política lleguen a la calle para susto de los viandantes ocasionales y que los representantes de los medios tomen buena nota. Significa todo ello que la fractura del PP en Gijón está abierta y bien abierta. Y sin visos de que cicatrice en un tiempo razonable antes de las municipales de la primavera que viene. Es llamativa la tendencia suicida del PP gijonés que llevan lustros imponiéndose severas disciplinas para lograr la misión de no gobernar de ninguna de las maneras posibles la villa y su concejo. Probablemente les viene de antiguo, de cuando Cascos era de los suyos y no estaba enfrente. Y que ahora gobiernen en minoría los súbditos del amado líder es más bien una suerte de casualidad que les pilló desprevenidos, al menos eso parece debido a los esfuerzos que vienen realizando estos últimos años para no repetir una carambola, debida más bien a la impericia rebelde de quien en el momento de la elección de alcalde regía los destinos populares en la localidad.

De momento, y vistos los vistosos tartazos que también se están dando por la parte de IU, la formación que parece llevar sus cosas por el libro es la socialista, de ahí que en los últimos días hayan crecido la notoriedad y respeto por la candidatura de José María Pérez.

Falta hace alguien con un cierto conocimiento de la maquinaria municipal para que no pasen cosas tan peregrinas como la redacción del PGO –que tiene encendido al ya de por si feble sector de la promoción y construcción–, con el solarón de las vías incluido y las locuras de tener en suspenso lo de Castiello o Cabueñes y sin comprender ni saber qué hacer con el enclave de Naval Gijón; pero tampoco sin contar con una idea clara de la movilidad en la ciudad, adoptando decisiones a golpe de ocurrencia y no de seria planificación. Curioso que se defenestre a unos altos funcionarios y se mantenga a otros que han demostrado, digamos piadosamente, su falta de entusiasmo por pensar y resolver las cosas propias de su negociado, en este caso el correcto ordenamiento y puesta al día del tránsito de vehículos y peatones que desde la jubilación del anterior responsable –y ya han pasado años– ha ido viniendo a menos.

Y todo lo puesto, con ser importante, sin preocuparse en serio de las personas más desfavorecidas en el municipio, con unos servicios sociales atascados y en permanente estado de sitio burocrático, cuando la gente que lo necesita lo hace con perentoriedad y urgencia. Y eso no admite bromas.

Mucho hay que arreglar tras los destrozos de estos últimos años, sobre todo en lo que no se ve. Sin necesidad de echar mano de la consabida e impuesta austeridad germana, podemos decir que el mantenimiento general está en recesión. La ciudad está más deteriorada en lo que se ve y probablemente en lo que no se ve, lo que va por debajo por falta del debido mantenimiento. La lentitud burocrática que se padece alcanza a todos los sectores y, después de unos años de este malhadado tratamiento, quien venga detrás lo tendrá un poco más crudo y deberá aplicarse con conocimiento y pericia.

Los prescriptores de opinión lo tienen claro. De aquí a unos meses es conveniente que lo vayan teniendo claro los electores, que son quienes mandan en estas cosas y a los que toca decidir por el modelo de gobernabilidad que prefieren para su entorno. Mientras tanto, los animosos aficionados –presumen de ello–, pero nefastos gobernantes en minoría siguen haciendo de las suyas, tanto cuando lo hacen por cuenta propia como cuando actúan bajo órdenes directas del amado líder por boca de su caritativa cirujana, a la sazón deplorable alcaldesa.

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