Política interna

El peor de los escenarios electorales posibles para la gente del FAC casquista en Gijón se ha producido con la elección como candidato a la alcaldía por los socialistas del diputado regional José María Pérez. Tanto preocupaba a la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, la posible presencia de «Josechu» Pérez López que ya uno de los suyos, el concejal Rafael Felgueroso, ya le lanzó la primera puya en un reciente pleno antes incluso de que el interesado hubiera ni tan siquiera hubiera manifestado su intención de ser ni tan siquiera precandidato.

Al haber los socialistas acertado con el candidato, Moriyón y compañía se hacen el cálculo de que disminuyen sus posibilidades. En efecto, el FAC es una formación política a la baja en las preferencias del electorado y el PSOE está recuperando su proyección electoral. Si añadimos un candidato potente, que aporta valor añadido a la marca política, los del actual gobierno minoritario de la derecha más ultra tienen que sentirse más afectados. Y más si se añade que, a pesar de los pesares, el PP local puede salir ligeramente reforzado tras su congreso local.

El proceso interno de los socialistas del que ha emergido el nuevo candidato, José María Pérez, ha tenido unos tintes tan pacíficos, sin descalificaciones entre los dos contendientes, sin tensiones de relevancia entre los partidarios de un contendiente y otro, salvo las naturales de dos visiones para la consecución de un mismo objetivo, que ha resultado ejemplar. El éxito de la operación, además, como es natural, de achacársela a los dos precandidatos y a sus partidarios –el ochenta por ciento de la militancia socialista local–, hay que anotársela en el haber del responsable de la organización, el profesor Martínez Argüelles, portavoz actual de la oposición mayoritaria socialista y primer secretario de la agrupación local de la formación y al resto de su directiva. La neutralidad observada ha sido tan exquisita que hasta el precandidato perdedor –no identificado precisamente por su buen conformar– señaló que los acontecimientos habían tenido lugar con una mayor imparcialidad de la que esperaba en un principio.

Salvo Moriyón, que apresuradamente se ofreció hace unas semanas a «sacrificarse» cuatro años más y concurrir nuevamente a la cabeza de la correspondiente candidatura casquista, el socialista es el primer candidato que comparece en escena: tiene por delante una tarea enorme. Cierto que no le ayudará ese cierto sentimiento social de desafección por los gestores públicos en general, pero no es menos cierto que ya ha levantado una cierta expectativa de cambio y de ilusión en una parte del electorado, incluidos aquellos cuyo voto no se decanta por el PSOE, pero que ocupan lugares de excepción en el entramado económico, social y empresarial y que vienen a resultar, al fin y a la postre, una especie de prescriptores de opinión de los que importa más su neutralidad que otra cosa y la cual depende de cómo vean al candidato de cada formación en el orden de controlar los asuntos locales de enjundia. De Josechu Pérez se espera una forma de llevar las cosas y un nivel de interlocución como el que se estableció cuando Tini Areces llegó a la alcaldía. Porque ahora no lo hay. Si alguna queja mayor levantan estos de Cascos que ocupan el poder local es que no hay con quien hablar. Hablan entre ellos en sus clubs y cenáculos, pero no hay intercambio de opiniones en sentido amplio ni con unos ni con otros.

Pérez llega a la candidatura con la intención expresada ya mil veces de hablar con todo el mundo. No oculta que es una persona que sabe y toma las decisiones pertinentes cuando toca, pero también –y lo tiene probado ya– es hombre al que le gusta escuchar y conocer las opiniones de unos y otros antes de tomar las decisiones.

Se cierra un episodio interno en una de las formaciones políticas locales. Queda por saber cómo se desarrollará su proceso interno entre los populares y en qué terminará el barullo monumental que tienen en Izquierda Unida. Así están las cosas en el pueblo: los unos ilusionados porque están convencidos de haber actuado con su candidato –más de la mitad de la agrupación socialista le ha dado su apoyo– y los otros o bien temerosos por su futuro dependiente del dedazo y otros inmersos todavía en sus procesos democráticos internos. Día a día vamos haciendo el futuro.