Vía muerta

Para Ana Pastor, la ministra de Fomento, el plan de vías gijonés tiene perdido el Norte. Que se lo pregunten a Cascos que, cuando era ministro de los mismo, se montó lo del metrotrén, puso el huevo para el túnel de la risa y respecto a las estaciones manifestó aquello del coste cero, es decir, las estaciones de trenes y autobuses se tendrían que pagar con la venta de casitas, los llamados en la jerga administrativa famosos aprovechamientos urbanísticos. Cuando todo empezó, ya era tarde y se había esfumado la burbuja inmobiliaria. Es entonces cuando la operación se quedó a medias. Pero no debería la ministra Pastor poner calificativos cuando fue una administración general del PP, siendo Aznar presidente, quien obligó a las otras dos administraciones implicadas, la local y la regional, gobernadas entonces ambas por socialistas, a aceptar el trágala y formar la entidad «Gijón al Norte» para que gestionara el famoso coste cero de la operación.

Como se llegó tarde y no hay casitas, ahora tenemos el casco urbano partido urbano, pero con un solar en vez de unas vías de tren y, para mayor desconcierto, una estación de tren encajonada en el quinto pino y sin estación de autobuses pública en un solar particular, propiedad de una empresa de autobuses.

Por ser también del PP, nadie del gobierno de Rajoy está para levantar mucho la voz con la operación de vías de Gijón y tampoco los del FAC casquista, pues fue su amado líder quien, siendo ministro de la cosa, impuso la operación.

Sin embargo, parece otra cosa: da la sensación que es cosa del ayuntamiento de esta villa del alma, cuando poco tiene que ver. Pueden los gobernantes municipales, estos y los anteriores, preocuparse más o menos, pero poco pueden hacer. Es un drama político de consecuencias insospechadas. Tristemente, a los regidores municipales les toca, en este lío tremendo, estar a la que salte: esperar a que se dé una situación favorable en el ministerio y, en ese momento, entrar al asalto, como en su momento se aprovechó para obtener del ministerio militar del momento la recuperación de la Atalaya o el cuartel del Coto.

Desafortunadamente, la ministra de Fomento de turno se nos ha puesto chula con esto del solar de las vías y, de momento, tenemos poco que hacer. No corren buenos tiempos para Asturias en este ministerio de la obra pública. Puertos del estado no es favorable al Musel; el Adif no lo es a la variante de Pajares y, mucho menos, a la solución para la estación de trenes de Gijón y el aprovechamiento del túnel caprichoso de Cascos.

Tampoco podemos esperar nada de la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, y resto de gobierno municipal de encefalograma plano, que diría aquel veterano comentarista deportivo, triste importador en España de la vocinglería en las transmisiones radiales. A estos del FAC no se les ocurre nada, ni tan siquiera andar ojo avizor. Son un cero a la izquierda, incapaces de llegar al nivel de interlocución con un subdirector general en la villa y corte.

Por cierto, iba a contar algo de fútbol teñido de rojiblanco y de cómo, a pesar de la aceptable marcha deportiva, hay alguno empeñadito en exaltar a las masas en contra de los administradores de sociedad, que ya son ganas de tocar los perendengues. Sólo queda esperar que el dueño tenga la paciencia suficiente para no tirar la toalla y mandarlo todo a tomar viento, despreocupándose del invento y esperar a la declaración de un concurso con resultado de liquidación.

Afortunadamente, de momento al dueño no se le ha acabado la paciencia y la entidad sigue siendo gestionada con encomiable denuedo. Ojalá los regidores municipales se aplicaran con el mismo esfuerzo que los gestores rojiblancos, aunque la diligencia no es precisamente costumbre que estos secundarios edilicios hayan podido aprender de los usos y costumbres de su amado líder.