Más que una renuncia

La misma mañana que en los papeles se contaba la renuncia de Santiago Martínez Argüelles a presentarse a la alcaldía de este nuestro pueblo, la caritativa cirujana, a la sazón alcaldesa, sentía la necesidad de contarnos eso de que ella sí quería seguir, de que estaba, como se suele decir «a disposición del partido», del suyo, es decir el de la voluntad del amado líder del FAC. Bonitas prisas para anunciar que se apunta al intento de controlar durante cuatro años más la nada. Y como políticamente nada es, poco se puede decir de su proyecto, salvo que estos últimos años con ella al frente del consistorio Gijón ha ido a menos. Sin ir más lejos, mucho presumir de acontecimientos veraniegos y el recital musical del año, del de Víctor Manuel, naturalmente, ha sido donde los vecinos, algo que hubiera parecido impensable hace, pongamos, cuatro años. Así es como se gastan las inutilidades: hasta los responsables del circo se pierden en marañas atlánticas y no andan atentos a lo que cuenta. Es una anécdota, pero triste al fin que demuestra la profundidad del pozo en el que estamos sumidos, otro síntoma del decaimiento.

Pero dejémonos de las prisas y los apuros de quien no sabe estar, ocupémonos de quien ha sabido apartarse con experiencia política y conocimiento de los juegos electorales. La responsabilidad política de Santiago Martínez Argüelles es doble: primer secretario de la agrupación local de los socialistas y portavoz municipal de su formación. La primera de ellas le obliga directamente a tomar aquellas decisiones que considere las mejores para las posibilidades electorales de su partido en el ámbito local. En este sentido ha sido generoso: al no considerarse, por lo que ha venido ocurriendo en este mandato de la nada casquista, como la mejor opción electoral, ha dado paso a que la organización progresista gijonesa elija a quien pueda encabezar una lista electoral que opte al mejor resultado.

Es indudable que, de haberlo deseado, Martínez Argüelles, aún mediante el novedoso proceso de primarias, no hubiera tenido problemas para encabezar la candidatura socialista gijonesa, de ahí el que a su decisión le haya que dar un valor especial. Ni tan siquiera sus mayores detractores han podido encontrar una sombra a su decisión y que desde muchos ámbitos se haya admitido el indudable valor de la decisión. Ahora, la responsabilidad es del conjunto de los afiliados socialistas: deberán afirmar, primero los avales, y reafirmar, después las votaciones, que candidato o candidata prefieren. La experiencia demuestra que el conjunto de la militancia tiene la misma capacidad de acertar o de equivocarse que si la decisión es adoptada por un órgano de dirección o uno representativo. Tiene la ventaja de que, con este modo de elegir candidato, nadie puede reprochar nada a nadie una vez abiertas las urnas: en poco más de un mes, se conocerá el nombre de la persona que represente los intereses socialistas en los próximos comicios locales y la confrontación comenzará y durará hasta que hablen las urnas la primavera que viene.

De momento, esta semana lo que se sabrá es el nombre de los dispuestos, por la parte socialista, a presentarse a candidatos. Asistiremos así a un nuevo proceso público que tiene sus dosis de curiosidad pública y que, probablemente se extienda al resto de las formaciones políticas de aquí a los dos o tres procesos electorales de cualquier ámbito por llegar. En este sentido, aunque no lo percibamos al primer vistazo, las cosas están cambiando y lo lógico sería que fuéramos capaces de poner en valor quienes fueron los primeros en abrir camino, aunque, llegado el momento, haya otros que, como ya demostraron en ocasiones anteriores, miren para otro lado y silben al aire en clara actitud de disimulo.

De momento, quedémonos con el gesto generoso e inteligente de Martínez Argüelles y esperemos acontecimientos por la parte del PP, IU y hasta de los míticos actuales gestores de la nada. De otras opciones extremistas en la demagogia y el populismo ya vale más ni hablar. Tiempo habrá para mencionar el peligro de verdad.

Deja un comentario